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"La esencia de la literatura es la vida"

Comunicadora, docente y autora de obras muy diversas , Silvia Sánchez tiene una manera especial de ver el mundo y observar detalles que suelen pasar desapercibidos para la gran mayoría de las personas.

Fecha: 27 de octubre de 2022
Su pluma abarca casi todos los géneros y pendula entre poemas, narrativa, cuentos, novelas, relatos y minificción.Crédito: Gentileza

Por Sebastián Carapezza

Es más observadora que escritora, más espectadora que actriz, más silenciosa que verborrágica. Silvia es una mujer que se dedica a escribir inspirada en la observación minuciosa de su entorno. Por lo menos así se define esta roquense, que publicó media docena de obras literarias, tres de ellas publicadas por el Fondo Editorial Rionegrino.

Comunicadora, docente y autora de obras muy diversas , Silvia Sánchez tiene una manera especial de ver el mundo y observar detalles que suelen pasar desapercibidos para la gran mayoría de las personas. La capacidad de percepción de esos detalles le sirvió para componer su poemario “Molinos de tierra”, (1987), “No se, amos”, (conjunto de relatos publicados en 1991 por el Fondo Editorial Rionegrino), “Reflejos del Hambre (y otras luces)” (2011) y “Hoy supe”, (2018) microrrelatos inspirados en causas judiciales archivadas, entre algunos de sus libros que supieron germinar bajo el sol y la brisa del valle rionegrino.

Como si fuera poco es miembro del Centro de Escritores, que edita la revista “Desde el Andén”. Paralelamente publicó en antologías y revistas literarias, y obtuvo premios en diversos concursos. Ha participado de encuentros de escritores y escritoras, realizó trabajos interdisciplinarios incluyendo arte digital, e integró el equipo que produjo videos para un ciclo de poesía emitido por un canal televisivo provincial. Todos estos pergaminos, logros y retazos de historia que forman parte de su trayectoria están ligados y soplan siempre hacia la palabra, a las letras, que en definitiva son las que edifican sus poemas, cuentos o historias. Quizás es por eso que Sánchez entiende que el motivo por el que escribe simplemente es “porque lo necesito, como respirar”. 

Así es cómo la multiplicación de esa respiración, de ese esfuerzo, se convierte en ráfagas. Pienso en ese viento peinando el valle rionegrino, que surca al costado de las acequias, que juega entre los frutales de las chacras, que dobla la punta de esos álamos  estoicos que aguardan la llegada del verano. Ese paisaje brota en los párrafos de Silvia, que confiesa que a la hora de escribir “el silencio abre el mundo, y la música transfiere una frecuencia que invita a seguir”.

Es el viento el que invita a preguntarle cómo caracterizaría a su ciudad y sobre las bondades que brotan percibiendo al valle rionegrino en primera persona. “Esta ciudad significa para mí tierra de pertenencia, raíz. Las bondades que encuentro son el paisaje, espacio, aire puro, cielo azul, vida en pleno, quietud, bardas, río, chacras y frutales. Todos estos elementos sumados a los personajes e historias de la región resultan inspiración para toda mi obra”.  

Cuando le consulto acerca de su relación con la poesía, esta autora oriunda del valle rionegrino se suelta y precisa: “Mi relación con la poesía es ocasional, sin embargo con la literatura tengo un vínculo más cotidiano. La poesía es vivencia, emoción, filosofía: mi trato con ella es cordial, aunque no íntimo. Comencé a escribir a los 8 años y todavía hoy conservo el reflejo, el instinto de hacerlo a mano, porque es un canal interesante para la escritura automática que es la primera aproximación a una obra”.

Así de simple responde, como se manifiesta la naturaleza en cada momento, y lo retrata certeramente en “Molinos de tierra”.

Hablo del amanecer cotidiano, desde el este.
Cuando el sol ilumina blanco a lo celeste y a lo negro…
Cuando el pálido pétalo se estremece con el rasguño del rocío…
o cuando, en invierno, tirita el rayo indeleble (sin importar el frío)
para apaciguar al hombre congelado.

Su pluma abarca casi todos los géneros y pendula entre poemas, narrativa, cuentos, novelas, relatos y minificción.  ¿Alguna receta, GPS, manual de instrucciones para los que recién comienzan con el oficio?, le pregunto.

“Primero sensibilizarse, observar, sentir. Es un ejercicio casi de expansión, donde se vuelve posible la empatía con todo lo que nos rodea.

Segundo, o simultáneo, registrar con palabras todo ello y dejar fluir la pluma sin inhibiciones de ningún tipo.

Tercero, allí dejarlo, abandonarlo, despojarse del primer producto que quedará en un lugar oscuro (un cajón, la hoja cerrada del cuaderno, el archivo no abierto del procesador). Y allí pasará el tiempo, ese que no tiene medida -una semana, cinco años, o veinte-.

Cuarto, tomar aquel producto que ya estará limpio de la primera emoción que lo parió, y lograda la distancia, tallarlo. Tallar es cortar y cortar y reemplazar y corregir enfermizamente. Es el momento de trabajar mucho, yo lo hago obsesivamente, cada punto, cada palabra, cada tiempo verbal. Así ya nos vamos acercando al producto, que jamás estará terminado totalmente, pero sí listo para mostrar”.

                                                          ***

A sus 22 años publicó su primer poemario editado por el Fondo Editorial Rionegrino. La escritora Yolanda Garrafa escribía como antesala de este libro titulado “Molinos de Tierra”, que “esta autora juega con las palabras, las apresa, se burla de ellas, las modela para parirlas nuevas, gritarlas, clavarlas o confesarlas, pero su juego nunca es gratuito sino creación de honda inquietud temática, sutil ironía y de una actitud sin concesiones”.

Sin embargo, a pesar de estos piropos en forma de palabras escritas, al momento de esta entrevista el libro no estaba en el catálogo de este organismo, por motivos que no vienen al caso. Así es como la autora tuvo la gentileza de enviar algún ejemplar a la oficina del FER en Bariloche, para poder leerlo y que se integren físicamente a la comunidad de libros ya editados por este Fondo desde su fundación allá en 1984.

Siguiendo con la trayectoria histórica de esta autora en particular y del Fondo Editorial Rionegrino en general, le consulto respecto a cómo vivió, y qué sensaciones recuerda de su experiencia personal de publicar siendo aún tan joven en ese momento político del país. “Resultó una experiencia iniciática y fundadora. Ser seleccionada y publicada por el Fondo Editorial Rionegrino, me permitió vincularme con el ámbito de la escritura y conocer otros hacedores y circuitos de los que me he nutrido toda la vida.

En la actualidad creo que vamos bien con el FER funcionando, sin embargo falta difusión de los logros. Todo queda en el mismo circuito de siempre, y si bien los intereses de la gente son temáticos podrían ocuparse los canales que el mismo Estado tiene para difundir parcialidades de la obra en intervenciones cortas. Digo intervenciones cortas porque no da poner en un canal de televisión abierto un poeta leyendo media hora… creo que se pueden hacer muchas mini acciones atractivas en donde doblemente se difunda obra y se motive a la gente a producir y rescatar historias. Sería bueno que cada dirigencia provincial, más allá de la bandera política, no se dedique a borrar con el codo lo que los anteriores hicieron con la mano… pero es vieja historia.

En términos socioculturales el FER es como un artefacto de adherencia. Sin su existencia habría muchas voces que no se conocerían, importa en cuanto a la visibilidad de cada época a través de la literatura. Creo que su labor, a lo largo de la historia de la provincia es de peso, no para premiar a los extraordinarios, sino para compilar el sentir general. Y dada la envergadura que en general tenemos como escritores -a ninguno de la provincia lo sé “best seller”- si es que vamos a trascender, lo haremos como colectivos generacionales”.

Con esa convicción define su postura respecto al quehacer colectivo, a lo plural y organizacional dentro del mundo de las letras. Es que desde temprana edad militó en el Centro de Escritores de su ciudad y desde ahí coordinó la revista Desde el Anden, trinchera literaria que atesora sensibles recuerdos que aquí afloran.

“Fue una etapa de muchísimo trabajo y riqueza, donde hubo montón de gente implicada en lo cotidiano. Así es que coordiné pasantías de alumnos de IUPA, impulsé las actividades presenciales y on line (desde http://escritoresroca.blogspot.com/) con el grupo siempre muy movilizado. La fuerza inercial generó actividades que repercutieron en obra colectiva y conectó gente de otras disciplinas repicando aún fuera de la provincia.

La revista “Desde el Andén” salía estacionalmente, incluía textos de autores locales e invitados que ilustraban fotógrafos locales del grupo. Eso generó dos muestras: Foto textógrafos y Texto fotógrafos donde creábamos en ese espacio a partir del intercambio recíproco, algo que aún se puede visitar en la web.

En esa época, sobre todo cuando estaba escribiendo los textos que componen mi segundo libro “No se, amos”, las ilustraciones también jugaban un rol central. Así es como con mi gran amigo e ilustrador Lisandro Martínez experimentábamos con los textos y los dibujos y producíamos una suerte de textos visuales. Uno de los cuentos, “Situación” es ejemplo claro de lo que proponíamos: él hacía historieta y la linealidad del texto de ese cuento se completaba con los dibujos. Así es como dibujó varios de los cuentos, donde le dábamos importancia a la presentación gráfica del texto integrado en la página. ¡Todo lo resolvíamos con la máquina de escribir! En “Figura” decidimos dar perspectiva al texto (que es una pirámide) con las imágenes de fondo. Experimentábamos y nos divertía mucho. Por eso creo que la tapa de un libro es importantísima, es la invitación, la puerta de la caja y del mundo que propone. Siempre elijo minuciosamente las tapas”.

Tu libro “Hoy supe” está compuesto por microrrelatos inspirados en casos penales del Valle Medio. ¿Desde dónde surge la necesidad de contar esas historias?

Trabajo en el Poder Judicial y recibí en todos estos años cientos de causas de casos penales derivadas del Juzgado de Choele Choel sin tramitar por una crisis de justicia. Eran todos casos para archivar. Pero antes había que leerlos. Fue agobiante: el cable a tierra lo encontré rescatando mini historias; eso me motivó mucho en el doble sentido de cumplir con el trabajo y crear.

Estuve fascinada pensando para cada caso cuál era el costado incongruente, cómo trazaba a cada historia lo social, lo individual y la justicia misma cómo mediaba -haciendo o no justicia, claro está-. Esos textos están inspirados en casos reales que no han tenido trascendencia mediática y tanto las historias publicadas como las no publicadas me siguen pareciendo un mapa contemporáneo de todas las injusticias individuales y cotidianas que hay que ajustar.

Motivaciones, egos y denominadores comunes.

“Hay en todo el libro un encadenamiento de sentidos y contrasentidos de los vocablos, y una novedosa manera de utilizar los verbos. El ritmo acelerado, mecánico, resuelve el contenido del hombre y su acción destructiva en el universo”, describe la poeta rionegrina Clara Vouillat en el retiro de tapa de “Molinos de tierra”, poniendo en relieve algunas características de la escritura de Sánchez. Al respecto le consulto si siente que existe una cultura rionegrina con características propias:

“Llamarla cultura rionegrina no creo, sería limitar los intercambios que naturalmente se dan en la región, cuando los límites geográficos solo son un capricho de delimitación. Creo que más bien existe una cultura regional, quizá patagónica y distintiva de nuestro país, donde comulgamos con los mismos modismos y metalenguaje. Agregarle a eso el paisaje y la experiencia común: hay definitivamente una cultura regional.  Sin dudas creo que hay una traza de autores que podrían ser reconocidos con rasgos comunes, especialmente un timbre que se detecta en grupos de talleres personales. Discípulos y maestros cadencian de un modo similar, lo siento especialmente en la poesía.

Si hablamos de obras literarias patagónicas sin dudas merece una mención el “Poeta del desierto”, Aldo Novelli, (neuquino), que levanta una voz disímil y atrevida, la veo una bandera distinta al resto, llena de dureza y realismo crudo. En Río Negro me emocionaron cuentos de Jorge Honik, (de El Bolsón) y la última obra de Laura Calvo (de Bariloche) en poesía me parece excepcional, con rasgos de sensibilidad territorial y humana exquisitos.

Alberto Brandi, (de General Roca), me parece un artista íntegro y admirable. Incursiona en la pintura, teatro, poesía, relato con atrevimiento y calidad, aunque su bajísimo perfil no lo tiene dentro de los más conocidos. Si de postales se trata Liliana Campazzo (zona atlántica) tiene poesía -paisaje con la que me identifico. Bruno Di Benedetto, (de Puerto Madryn), sin dudas estremece”.

¿Te interesa en un principio, la vida de un artista o solo su obra? ¿Existe la musa inspiradora o crear significa ponerse el overol todos los días?

La vida de un artista está reflejada indefectiblemente en su obra. Es imposible que no sea así. En un principio me interesa la obra, aunque con los nuevos modos de arte estoy muy atenta a los artistas que surgen. Hay casos en los que suelo interesarme por sus opiniones, su vida, más que en la obra. Este es el caso de L Gante, por ejemplo, a quién de golpe me encuentro siguiendo sus opiniones y el modo en que la sociedad lo percibe. Quizá allí, esté la verdadera obra: la construcción del personaje -el artista es siempre un personaje- y el modo en que refleja al entorno.

Respecto a la inspiración de la creación, siento que ser poeta es ser sensible, y ser sensible es inspirarse con lo imperceptible, capaz que simplemente se es o no se es, y punto. No creo que se pueda enseñar a ser poeta. Son pocos los tips para transpirar la poesía, y el 60 por ciento lo entiendo inspiración.

***

Me quedo pensando en cómo las motivaciones empujan a una persona a trasladar una idea a algo tangible, a volverlo real, concreto, palpable. Precisamente la motivación es la que lleva a esta autora a la práctica cotidiana de yoga, a cultivar el silencio, la contemplación, la filosofía, y a abonar la tierra fértil para que germinen nuevos pensamientos. Le consulto al respecto.

“Las motivaciones nacen siempre de la curiosidad y la búsqueda por solucionar los problemas de la vida. Recuerdo que tenía un grave problema con una compañera de trabajo que no podía solucionar ni en terapia, entonces hice una diplomatura en “Neuro Managment” que la verdad, me aclaró muchas cosas.  Busco siempre sin perjuicios de ningún tipo, y me atrevo a experimentar lo máximo posible -acorde a mi edad ¡claro! Aunque confieso que ya me di por vencida de tirarme en parapente, no sea que me haga pasar a mejor vida”.

La entrevista con aroma a charla va llegando a su ocaso, a su atardecer. Como cuando el sol se recuesta finalmente sobre las bardas del valle después de todo un día de andar por un cielo límpido con olor a frutales. Le pregunto finalmente cómo piensa que se encuentra posicionado el país respecto a calidad y diversidad de sus poesías en relación al resto de la región.

“¡Argentina, gran país! Tenemos una voz muy particular, distintiva de todos los países de la región. Somos tan atrevidos, desbocados, de avanzada creo. Nos dedicamos a romper moldes -además de atar con alambre-. En este sentido, estamos bien posicionados, siempre asombrando aunque por ahí me amargo con la inútil competencia que hay entre egos, que lo único que hacen es separar personas y boicotear proyectos colectivos.  Incluso sostengo que en la actualidad se lee más que antes, han cambiado los modos y la calidad de los contenidos, pero leer se lee más ahora que antes. Todo el mundo se topa con escrituras en lo cotidiano, y las emite también. Hay más emisores de escritura -escritores potenciales, pseudo escritores, o lo que sea- que antes. Ahora si leer significa leer libros…” 

Después de esa frase comienzo a imaginar ideales y escenarios perfectos al momento de la lectura. Le hago extensivo este pensamiento y le consulto si tiene figurado un momento perfecto y predilecto para que la lean. “La situación ideal es cuando el lector tenga ganas. Lo bueno sería que al leer, el otro de algún modo se conmueva, lo demás no importa. Muchos de los consumos culturales terminan olvidándose, pero si dejó solo una sensación en el lector o espectador, ya con eso, se justifica”.

En este párrafo podría haber culminado la entrevista. Ameritaba. Pero luego de que ella envió las respuestas por mail, al día siguiente en un nuevo mensaje por las redes sociales, Silvia aclaró que le gustaría añadir una nueva reflexión a la entrevista. Y ahí es donde suelta este epílogo: “Cuando la literatura se basa en la erudición pierde la vida, porque en definitiva la esencia de la literatura es la vida”. Ahora sí está todo dicho. 

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