El 6 de noviembre de 1978 la Lotería de Río Negro para Obras de Acción Social comenzó a comercializar juegos de azar en la provincia. Si bien el organismo había sido formalmente creado en el año ‘59, con la promulgación de la Ley 48 impulsada por el Gobernador Edgardo Castello, su funcionamiento real y concreto comenzó en el `78 con la apertura de 34 agencias oficiales y la comercialización de la Quiniela.
Aunque se realizaron modificaciones a la ley 48 de la Provincia –que crea la Lotería - siempre se mantuvo la entidad y jerarquía de ente autárquico público. Todo lo relacionado con la comercialización de los juegos de azar, recaudación y pago de los premios, tienen la garantía del Estado Provincial.
Luis Ayestarán, el interventor de la Lotería de Río Negro, dijo “siento un gran agradecimiento con todo el personal que forma y formó parte de la Lotería, al igual que con todos los agencieros y agencieras de la Red de venta. Entre todos hacemos de esta una gran Lotería”.
El personal de Lotería recuerda los primeros años cuando se comercializaba sólo la Quiniela Nacional. En aquel entonces las apuestas se tomaban en forma manual. El agenciero tenía un talonario -La libreta- con 20 boletas en cuadruplicado. En cada boleta anotaba las jugadas que realizaba el apostador y este se llevaba el original. El resto se lo quedaba el agenciero. Las apuestas se tomaban hasta un cierto horario y se colocaban en urnas temporizadas que había en cada localidad.
Las urnas se programaban desde la sede central, y aproximadamente media hora antes del sorteo de la Lotería Nacional, estas se cerraban automáticamente. Antes del cierre, los agencieros de la localidad debían depositar un paquete con todos los talonarios vendidos en el día. Esas urnas estaban guardadas en las comisarías, o delegaciones en los casos que existían.
Las urnas eran transportadas hasta la Sede Central en Viedma y al día siguiente a primera hora los funcionarios del organismo las abrían, y guardaban los talonarios con las apuestas en el tesoro, que luego eran trabajados por el personal.
En esos días, había más de 100 empleados que se dedicaban a contar y sumar las apuestas enviadas desde todos los puntos de la provincia, para luego realizar la contabilidad del organismo.
El control de los premios también se realizaba en forma manual, es decir, los empleados en aquel entonces recibían el extracto y debían controlar cada cupón con las apuestas de los rionegrinos.